martes, 18 de agosto de 2009

“Ejercicio y dieta, contra la diabetes”


El doctor Ron Sigal, referencia mundial en las investigaciones sobre ejercicio físico y diabetes, dio una conferencia en el Círculo de Bellas Arte de Madrid sobre la actividad física en el diabético, donde apostó por un cambio en el estilo de vida, sostenido con ejercicio y dieta.

“Es fundamental en las personas con prediabetes, condición en la que los niveles de glucosa en sangre (en ayunas) están por encima del rango normal pero no elevados al extremo”.

Contó que el nuevo estilo de vida exige 150 minutos de ejercicio a la semana, repartidos en cinco días, y una dieta para reducir de un 5 a un 7 por ciento el peso. Con esas pautas se rebaja el riesgo de diabetes durante años.

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Con tales evidencias, el profesor canadiense se preguntó por la proporción de sujetos con diabetes del tipo 2 que estarían dispuestos a realizar entrenamiento aeróbico y de fuerza de manera combinada, y por la vía para animar a los que todavía son reacios a hacer ejercicio.


Otro de los desafíos de los profesionales es encontrar la fórmula para mantener a una alta proporción de personas haciendo ejercicio aeróbico o de fuerza de forma continuada.


Al final de su conferencia Ejercicio físico en el diabético: qué sabemos y qué debemos saber el doctor Sigal comparó el uso mayoritario de medicamentos para combatir las enfermedades con la incidencia aún minoritaria de planes alternativos, como el dúo ejercicio-nutrición.


Y eso que, como apuntó, proliferan las personas que rehúsan tomar medicamentos. ¿Explicaciones? El presupuesto estatal para nutrición y ejercicio es minúsculo en la mayoría de los países en comparación con el dedicado a medicamentos.


Y además “los médicos encuentran complicado recetar cambios de estilo de vida, pero recetan medicamentos con facilidad”, añadió con elocuencia.


En forma

Aludiendo a diversos informes y estudios acreditados, este investigador de la Universidad de Calgary reveló que la mortalidad es mayor entre quienes están delgados pero fuera de forma que entre los que están obesos pero hacen ejercicio físico con regularidad.


El tiempo mínimo deberá variar, según se trate de hombres o mujeres (ellas más minutos) y si el nivel de esfuerzo es bajo (una caminata), moderado (ejercicios al estilo del baile) o elevado (carrera), de 148 minutos (andando) a 92 semanales (en carrera).


Según el profesor Sigal, cuando aumenta el nivel de actividad el riesgo cardiovascular disminuye. Y el entrenamiento no ha de ser sólo aeróbico. También conviene el de fuerza, el levantamiento de pesas.


“Es muy bueno hacer entrenamiento de fuerza aunque se tenga diabetes”, recalcó, interesado en tumbar algunos prejuicios y viejos sobreentendidos.


Uno de los obstáculos es que el levantamiento de pesas se le atraganta a priori a los obesos, y el sobrepeso abunda entre los pacientes con diabetes.


Pues Sigal recomienda insistencia, porque superada la pereza inicial los practicantes notarán que el rendimiento es mejor y más rápido que con el entrenamiento aeróbico.


Incluso los ancianos pueden aplicarse a las pesas, a pesar del apuro inicial de masa muscular. Varios estudios atestiguan, como recordó Sigal, que el entrenamiento de fuerza ha hecho mejorar ostensiblemente a ancianos que necesitaban incluso andador para dar simples pasos.


jueves, 6 de agosto de 2009

El retraso de la maternidad aumenta el riesgo de enfermedades genéticas en el bebé



La importancia del embarazo y el curso de éste es muy importante, sobre todo a una edad avanzada conlleva a un aumento importante del riesgo de enfermedades genéticas, sobre todo el síndrome de Down.

Asimismo la tasa de aborto también aumenta debido a los efectos del desarrollo embrionario.

La incorporación en las únicas décadas de la mujer al mercado laboral y al desarrollo profesional, ha contribuido a que se retrase la edad en que la mujer decide tener su primer hijo.

Esta circunstancia implica que el riesgo de enfermedades genéticas en el recién nacido sea muy elevado, sobre todo el síndrome de Down.

Los diversos factores que conlleva que el embarazo a una edad materna avanzada se considere de alto riesgo son:

El índice de prematuridad aumentado, mayor incidencia de enfermedades maternas relacionadas con la salud cardiovascular, así como incidencias en el crecimiento intrauterino fetal, dando lugar a nacimientos de niños de bajo peso al nacer, que precisarán de mayor cuidados especiales en el periodo neonatal y pueden tener secuelas de mayor o menor gravedad.

La propia llegada de la menopausia incrementa el riesgo de sufrir transtornos cardiovasculares, diabetes, hipertensión, etc. Estos problemas se pueden acentuar con el embarazo, pese a los controles ginecoobstétricos.

No obstante la mujer tiene la última decisión y, teniendo en cuenta que cada caso debe analizarse de forma individualizada desde el punto de vista biológico y, psicológico, siempre debe estar informada de los riesgos que conlleva un embarazo a ciertas edades, tanto para la salud como para el niño.

• La fertilidad espontánea en la mujer se reduce a partir de los 40 años.

• La mujer nace con un número fijo de óvulos, de forma que se ovula en un mes determinado está prácticamente igual desde el inicio de su vida.

Este hecho se suma a que en una mujer de más años se dan con frecuencia embriones anormales que dan lugar a fallos en la implantación e incremento del número de abortos.

• Con el paso de los años, disminuye progresivamente el número de óvulos en el ovario y se producen más ciclos sin ovulación. “La alternativa de la donación de ovocitos es válida y con resultados muy satisfactorios en estas pacientes, siempre que no sobrepasen algunos límites”.

• La mujer se puede quedar embarazada de forma natural durante la perimenopausia.

• Para evitar embarazos no deseados, y aunque la tasa de fertilidad es muy baja a partir de los 40 años, la mujer debe utilizar métodos anticonceptivos eficaces. En este caso es aconsejable el DIU de levonorgestrel.

En esta etapa de la mujer son frecuente las hemorragias uterinas disfuncionales y este método, además del efecto anticonceptivo, tiene un efecto terapéutico ampliamente demostrado para este tipo de manifestaciones clínicas.
 
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